Monday

DOCUMENTED EXPERIENCES


AVENTURARIO

NARRATIVA EN TRÁNSITO ILUSTRADA

Chronics, Drawings, and of course, Photographies,


-->




-->
Una bitácora sobre Relatos de Viajes, Fotografía, Cultura y Aventura
Also found in these entries: Narrativa Ilustrada, Fotografía de Viaje, Comics


"ME VOICI, MESSIEURS !". Phileas Fogg
(Jules Verne en La Vuelta al Mundo en Ochenta Días)

I´m playing chess as RoundTableKnight in this site:
http://www.chess.com/




DIARIO DE VIAJES & CORREO































Autorretrato






















Correo




E-Mail: multimedia@speedy.com.ar



-->
EL VIAJE
Reflecciones:
(Escuché) : “… todos los viajes deberían ser una Epifanía”. Estoy de acuerdo.
Una revelación, una bisagra, se me ocurre, … un punto sin retorno.
Pavada de propuesta !, una gran aventura.
Estoy ultimando los detalles, lista infinita, todo el tiempo se agregan otros, que son los detalles de los detalles, y así, supongo hasta que el avión despegue. Pero no, por experiencia sé que después, seguirán sumándose muchos más.
Los cuadernos que se proponen como bitácora deberían contar, por lo menos, con siete mil páginas, … está claro la posibilidad de la notebook, que no pienso llevar.
No hay como mis cuadernos “Gloria” para los apuntes y garabatos, o para las notas que pido escriban mis guías y anfitriones.
Magullados, arrugados, destartalados, son coleccionados y allí quedan como un vestigio
de lo que ha sido, nostalgia positiva, inspiradora para otras andanzas nuevas, …
recordándome cada uno de ellos, la absoluta y bendita imposibilidad de una vuelta atrás.
Bob

























-->






AVENTURAS EN LA INDIA






















INDIAN HOT ROD
Traveling across India
Portfolio in Preparation


















DAY OF THE WOMEN, N.Delhi








-->













Está bueno esto de pensar con imágenes, … como mi gata, creo.
Escudriñar en lo encuadres fotográficos una realidad tan incomprensible y fugaz,
y por ello totalmente evasiva, ahora congelada, … para siempre, …(?¿)
Tonta vanidad.
Apuntes visuales, automáticos reflejos de un loco cazador sin paciencia.
“si no la tienes en el negativo, no la tienes !, …” después habrá más tiempo para la
reflección, … como si hiciera falta, … más vanidad.
Este espacio intenta interpretar imágenes obtenidas por mi, fotografiadas por mi,
Sin previo plan, entregado a la adrenalina del encuentro casual y sensible, y a mi
intuición de fotógrafo.



INDIA




















Llegada a N.Delhi
Luego de pasar una semana en Londres, y visitar nuevamente Liverpool, donde tuve el gusto de perder varias partidas de ajedrez con mi amigo Simon, despegamos del Aeropuerto de Hearthrow rumbo a N.Delhi. Como buscando contrastes, … vió ?
Llegamos a La India a media noche. Saliendo del Aeropuerto M.Ghandi un tibio aire, húmedo y con perfume a gengibre nos recibió.
El driver enviado por el conserje del hotel acudió a nuestro encuentro, cartel mediante con mi nombre impreso.
El vetusto vehículo emprendió camino hacia el Vivek Hotel por autopistas solitarias debido a la trasnochada llegada.
En el trayecto el conductor a pesar de sus falencias idiomáticas supo comunicar que esperaba de nosotros una generosa propina por la prolongada espera que había sufrido por la demora del vuelo, lo que consideré de plano una patraña.
En poco más de media hora arribamos al Pahangan, populoso barrio de N.Delhi, estacionando en la puerta del hotel.
El jegibre había sido reemplazado por otros aromas menos gratos y la mugre reinante nos hizo cuestionar la eleccion del Hotel.
El conserje del hotel más desagradable no podía ser y tras completar el registro de huéspedes, otra papeleta para el servicio de inteligencia Indio, la toma de una fotografía de ambos, envió al cadete con rumbo desconocido con nuestros preciados pasaportes.
Nervioso por la espera seguí los pasos del desganado ayudante, cuando justo volvía a nuestro encuentro con los documentos y fotocopias en la mano.
La paranoía terrorista, entendí más tarde, los acosa desde que hace dos años un ataque insurgente había hecho explotar dos bombas en Bombay con trágicas consecuencias. Cuestiones religiosas y conflictos limítrofes con Pakistán y Cachemira, son causa de sangrientos atentados.
Días más tarde, el presidente Obama visitaría Bombay y N.Delhi, con el propósito supongo, de recordales que según el cuestionable argumento yanqui, el mundo está en guerra contra el “terrorismo”.
Aquí el pasaporte era requerido hasta para utilizar Internet.
La recepción más desagradable no podía haber sido, malhumorados y cansados, pocas horas faltaban para el amanecer, fuimos a la habitación para reponer energías.
Amanecía en India. Me despertaron temprano, mugidos de vacas y el ruido de alguien que apilaba cajones, después fueron varios. Gritos y parloteos se dejaban escuchar a través de la ventana entreabierta. Dentro del hotel, a pesar de la hora, una familia de turista Indios, así me enteré después, terminada su estadía se preparaban para marcharse.
Portazos, risas y comentarios por mi indescifrables, toses carraspeos y escupitajos, y otros ruidos corporales provenientes de su baño, contiguo a mi habitación, sin importarles la hora temprana y sus vecinos. Con toda normalidad y desparpajo vivian el nuevo día a pleno.
Me propuse imitarlos, … me levanté.
Temprano por la mañana nos dirigimos a la Railway Station con la intención de comprar un boleto hacia alguna parte, recorrer N.Delhi quedaría para el final de la travesía, y así poder administrar mejor el tiempo, antes de tomar el vuelo de regreso a Londres un mes después.
La elección del destino era abierta, tal vez Jaisalmer, o Kajuraho o Rishkidesh, según la disponibilidad de asientos.
Al acercarnos a la estación y subiendo una especie de explanada, observé un personaje quien orientaba a los locales en el acceso a las plataformas.
Después comprendí, su accionar era puro teatro para confundirse con personal del ferrocarril.
Presto a embaucarme interceptó mi marcha y me dijo que para los turistas los pasajes se vendían en otra dependencia, no lejos de allí.
Más tarde, comentando la experiencia en el hotel supe que son individuos puestos por agencias truchas para desviar turistas hacia sus locales, donde el confiado viajero sería estafado con elevadas cifras por servicios qué no serían cumplidos. Toda esta maniobra con falsas credenciales y al lado de policias uniformados. En el hotel reproduje una nota de un periódico que informa sobre estos delincuentes y la, llamésmole, inoperancia legal al respecto.
Salvados por nuestra intuición, el hecho me hizo comprender la absoluta necesidad de mantenerme alerta y a la defensiva de tahúres y timadores
India prometía ser complicada.
























A través del Rajasthan
Una travesía por el Rahasthan fue una idea que me cautivó desde que comencé a planear esta aventura en India. Ashok, experto driver, con doce años recorriendo esta zona me ofreció suficientes garantías.
Un Ambassador, clásico auto Indio, que durante décadas se construye con el mismo diseño, sería el vehículo.
La propuesta, más romántica, no podía ser. Una travesía de viajeros con clase por esos caminos de Rajasthan.
Romance y Aventura porque viajar en auto en la India es una actividad de alto riesgo.
Sumado a la velocidad, la cantidad de vehículos y camiones, autos, carros tirados con camellos, pastores con sus chivos, las vacas y antílopes cruzándose todo el tiempo en la ruta.
El dicho popular: “en India para conducir hay que tener buena bocina, buenos frenos y buena suerte” es un acierto.
Las rutas angostas y de doble sentido hace que los autos estén todo el tiempo pasándose al carril contrario para adelantarse a otros. Esto sumado a circular por la izquierda, como los Ingleses, terminaba recordándome al tren fantasma de la infancia.
Nos trasladábamos en un jeep a Jaisalmer para un safari al desierto del Thar, en la frontera con Pakistán. Aún nos encontrábamos en la caótica y ruidosa ciudad de Jaisalmer cuando un vehículo que nos precedía se detuvo en el medio de la callejuela. Su conductor se bajó del destartalado vehículo y se dirigió hacia un negocio cercano.
Casi de inmediato comenzó un coro atronador de bocinas desde una larga cola de vehículos que sólo intentaban proseguir su marcha.
El personaje no había estacionado su coche al costado de la acera, ni siquiera en doble fila. No,… lo había abandonado justo en el medio de la calle sin importarle lo más mínimo la multitud que había dejado atrás y que pugnaba por abrirse paso. La sinfonía de bocinazos era atroz, nuestro jeep atascado en el caos.
Descendí, y me sorprendí, una vez más, al contrario de lo que esperaba no vi ninguna cara que expresara indignación por la situación.
No había mal humor ni aullidos desaforados. Sólo bocinas divertidas
A la media hora aproximadamente el desaparecido conductor volvió con mercaderías que acomodó en su catramina, se sentó al volante y encendiendo el motor continuó su marcha.
También nosotros hacia el desierto. Ningún comentario tampoco hubo de nuestro driver. Nada había sucedido fuera de lo normal.
Recordé con una sonrisa estudios secundarios, los de la materia Educación Cívica, “La libertad de cada uno termina donde comienza la libertad de los demás”, la sonrisa se convirtió en carcajada, …
Dudé, es así, o me parece, … en India los límites no existen, ya había observado familias enteras de Indios que comiendo en algún hotel dejaban a sus críos caminar sobre las mesas servidas, los niños se rebolcaban entre los platos o zapateaban sobre alguna fuente de ensalada, esto es cotidiano en la India, la libertad con límites parecería no tener sentido, todo es extremo, estridente y desmesurado, cada día se juega al límite, todos los días a lo bestia, todos se bancan la libertad del otro, porque todos en algún momento hacen lo mismo, vivir la libertad parecía más importante que su costo. Desmesurada libertad !
Verme envuelto en semejantes peripecias, delirio, … disparate !, …
Empezaba a comprender donde me encontraba, .., estaba en La India,




Agra
Nos despedimos aquí de Ashok, nuestro driver, con quién habíamos compartido nuestros primeros quince días en India, en una deslumbrante travesía por el Rajasthan a bordo de su Ambassador.
Almorzamos en la terraza de un hotel con una espléndida vista frontal del Taj Mahal.
La prolongada espera mientras nos traían el Chicken Tiki Masala me había permitido ajustar detalles sobre nuestra próxima expedición a Varanasi.Y refleccionar sobre el imponente palacio que teníamos a metros de distancia.
Me llamo la atención la enorme cantidad de visitantes que hacían cola para entrar a sus recintos. No me gustó. Formar filas nunca es agradable, largas horas de espera, y sentirse partícipe de una masa convocada para conocer “los lugares que no deben dejar de visitarse”, propuestas de una industria turística, que sin tener chimeneas contamina peligrosamente.
Recuerdo un concepto sobre la diferencia entre Viajero y Turista: “el Viajero ve lo que ve, el Turista ve lo que fue a ver”. Estoy de acuerdo, comparto la idea que, en ciertos momentos, es conveniente tirar los mapas y perderse en la espontaneidad y la adrenalina del encuentro casual.
Me decidí a contemplar la imponenete arquitectura degustando una fresca cerveza, que igual como en toda India era clandestina, servida la botella envuelta en papel de diario, y a pedido del mozo encondida bajo la mesa. Por temas religiosos beber alcohol está terminantemente prohibido entre los Hindúes, y los hoteles son obligados a pagar un alto impuesto por el permiso de su expendio. Solución India, al mejor estilo “ley seca”, la cerveza camouflageada.
Esto ya me había pasado por los caminos del Rajasthan. Un mediodía almorzábamos en un parador frente a la ruta, cuando un patrullero se detuvo a unos metros, con la rapidez del rayo el mozo se abalanzó sobre nuestra mesa y se llevó la botella al interior del local. Cuando ya pensaba negarle el pago de mi consumisión, incluída la comida, volvió con sendos vasos envueltos en papel de periódico con los que pudimos empujar los chapatis y el resto de la comida.
Esa noche a las 22 hrs, tomaríamos el tren en la estación de Agra, pre-anunciado como un “Sleeping Train”
Tuve un día bastante decaído por un fuerte resfriado, afortunadamente sin fiebre, pero con un gran componenente alérgico que me acompañó por varios días más.
Por la noche nos vino a buscar el auto que habíamos contratado, y con tiempo suficiente arribamos a la estación.
Repleta de gente, galpones y andenes cubiertos por cientos de seres que tapizaban el suelo mientras dormían, comían o rezaban a la espera de los trenes.
Nos dirigimos a la plataforma desde la que en pocos minutos partiría nuestro tren.
La vias las ocupaba un tren carguero militar con pertrechos, tanques, camiones y soldados. Fue a uno de ellos que consulté sobre el horario de partida de esta formación, … el milico llamó a otro, y éste a otro, pero entre todos no hacían un entendible inglés, y mis dudas se transformaron en cierta preocupación.
Afortunadamente infundada, ya que finalmente sobre la hora el tren militar comenzó lentamente su marcha, y al poco tiempo arribó el que entendí era el que nos conduciría a Varanasi.
Al entrar en nuestro vagón comprobé lo que suponía, mi soñado camarote privado no existía, todo el vagón era un gran camarote donde las cuchetas se apilan de a tres por sus lados y recovecos, y el baño colectivo en uno de los extremos del mismo.
Ya pasada la media noche, cansado y afectado por el resfrío, decidí acomodarme lo mejor posible en la cucheta, previo encadenado de mis maletas a un fierro que sostenía los catres y me dispuse a dormir. Estaba al tanto de acostumbrados robos de equipaje.
Observé como muchos camastros eran compartidos por dos personas, pasajeros que viajan en categorías más económicas y después se pasan para dormir apretujado con otro en el mismo espacio, hasta que pasa el guarda y descubiertos son devueltos a sus vagones, a la espera que el uniformado se esfume para regresar a descansar “plácidamente” con su ocasional compañero de cama.
Dormir se hizo una misión imposible debido a los ronquidos, caprichos de los infantes, pedos y parloteos de mis vecinos. Era evidente que la discreción y comportamiento por compartir un lugar para el descanso era absolutamente ignorada.
Comprendí que el Sleeping Train no pasaba de ser un simple tren nocturno con el cual, debido a demoras, trece horas más tarde arribaríamos a la estación de Varanasi



Varanasi
Si bien la historia narrada en "El hombre en el umbral" fue inspirada por un conventillo porteño "la situé en la India para que su inverosimilitud fuera tolerable".
Jorge Luis Borges en el epílogo de "El Aleph"
Estabamos en Varanasi, o Benarés, la ciudad viva más antigua en la historia de la Humanidad
Abriéndonos paso entre una densa multitud en el andén llegamos al portón de entrada donde tomamos un rickshow, pequeño triciclo motorizado con una pequeña cabina para los pasajeros, ruidosos y saltarines como una maraca, hasta el lugar donde nos hospedaríamos.
La temperatura resultaba agradable pero para los Indios era un frío mediodía de Invierno. Nos encontramos con Tarun quien sería nuestro huesped y guia en los días por venir.
Almorzar algo resultaba escencial para, digamos, comenzar el día. A la pregunta de nuestro anfitrión si gustábamos de la comida Hindú, le respondí que si, que acostumbrábamos comerla en Buenos Aires. Amablemente nos condujo con su moto hasta un lugar donde comer.
Prevenido, en Buenos Aires ya me había vacunado contra todo, fiebre amarilla, difteria, tétanos, entendiendo que no me iba a hospedar ni comer en hoteles cinco estrellas, pero una de las premisas que me había impuesto era tomar siempre agua embotellada, fijándome bien la hermiticidad de su tapa, que muchos truchan con pegamento
Un sucucho infesto, donde el cocinero preparaba sus menúes en una barrosa vereda y donde las moscas hacían su banquete. Me fue imposible tratar de comer los ingredientes que se encontraban en un plato metálico dividido en sectores, restos fríos de quien sabe que cosa.
Me atreví con el chapati, especie de pan, parecidos a un grueso panqueque, bebí una gaseosa en reemplazo del agua que nos sirvieron en una jarra metálica redonda y plateada, eso mitigó en parte el descomunal apetito.
Tuve un grandioso almuerzo, … que no fue precisamente ése, (¡Gracias Groucho!)
Esa noche me encontré con una pareja comiendo más prolijamente en un fondín, él, de nombre José, un muchacho español, de Granada, en gira por el mundo desde hacía casi un año, y ella una china viajera que recidía por entonces en Londres, ambos tambíén huéspedes de Tarun.
Al día siguientes juntos, abordamos un rickshow, Así visitamos interesantes puntos de la comarca relacionados con Budha, como el lugar donde dio su primer sermón y otros relacionados con la cultura Tibetana. Al regresar, ya al atardecer, atravesando callejones repletos de gente, y donde mi amigo tuvo el valor de merendar algo en sucios puestos callejeros, no tuvimos más que seguir la corriente hacia donde todo se dirigían y concurrimos a un populoso festival a orillas del Ganges, donde tuve la oportunidad de tomar varias notas fotográficas de interés.
Alli presencié por segunda vez la ceremonia que todas las noches los monjes ofrecen a los Dioses frente al Río Ganges. Una multitud de locales y turistas, muchos de ellos Indios.
Al amanecer del siguiente día, y junto a nuestros nuevos compañeros de ruta abordamos un bote que nos condujo a lo largo de la costa del Ganga, como llaman los Hindúes al Sagrado Ganges.
Este río es uno de los más contaminados del mundo y me llamó la atención como cerca de la embarcación peces de considerable tamaño saltaban sobre el agua. Pensé que tal vez se encontrarían más a gusto afuera que dentro de ese caldo de cultivo.
El bote me posicionó en un excelente lugar y así tuve la oportunidad de fotografiar toda la actividad de los creyentes al pie de la escalinata en lugares que son llamados Gaths.
Gente de todas las edades, lavan su cuerpos semi desnudos, mientras otros oran mirando el sol en su renacer diario. El tono es solemne aunque no exento de mucha alegría.
Chicos desde una barcaza pescan para luego vender en puestos callejeros, mientras otros remontan barriletes todo esto entre cadáveres que son cremados en la costa y desfile de familiares que traen a sus muertos en camastros, caminando alegremente hacia el río para mojar a sus difuntos antes de dejarlos sobre la pira que los convertirán parcialmente en cenizas. Finalmente, las exequias, cenizas y restos se arrojarán a las aguas del Sagrado Río. Los creyentes entienden que Varanasi es el mejor lugar para morir, y así cremados y con sus exequias en las aguas del Ganges se corta la cadena de reencarnaciones y liberados del Karma pueden finalmente acceder al Nirvana.
La vida, la muerte, los juegos de los niños, la ropa que se lava en el río, el alimento diario, la plegaria y el disfrute, todo al mismo tiempo y en el mismo lugar, una instantánea que encierra el gran misterio de existir.
Mi estadía en esta comarca de la India, y a decir de Borges, “su inverosimilitud tolerable”, estaba finalizando. Comencé a preparar los pertrechos para viajar a Nepal, en cuya capital Kathmandú nos estaba esperando Raj, Sherpa con el que compartiríamos la siguiente parte de nuestra travesía ahora por los Himalayas


1 comment: